Celebrada en el mes de junio. Se trata de la representación de una fantasía histórica tradicional en la que participan numerosos habitantes de la localidad y que viene celebrándose desde el año 2000 en la víspera del 24 de junio, noche de San Juan y equinoccio de verano. La localidad se transforma en un enorme escenario compuesto por sus calles y monumentos, decorados con antorchas y estandartes que engalanan ventanas y balcones durante esa mágica noche.

La representación se fundamenta en los acontecimientos que se remontan a septiembre de 1381, cuando Garcí Fernández establece el señorío de Villagarcía, desgajando este territorio del dominio de la Orden de Santiago, iniciándose de este modo una serie de enfrentamientos entre reyes y nobles. En la localidad fueron acogidos grupos de conversos, fugitivos de la justicia y otros, como fue el caso de los brujos que, encuentran protección bajo las armas de Luis Ponce de León. El terreno para la leyenda quedaba de este modo abonado, y la brujería comienza a afianzarse como una religión.

Los principales diálogos de los personajes que representan a las brujas están basados en información de libros y también los del resto de personajes que actúan en la obra. La representación teatral se encarga de poner de manifiesto el modo de actuar de estos grupos de brujos reunidos en grupos para celebrar el Aquelarre o Sabat en días señalados del año como por ejemplo los cambios de estación (ejemplo de ello es la víspera de San Juan). Todo ello en diferentes escenarios como son el convento de las Terciarias Franciscanas, el Convento de la Merced, el Castillo o la Plaza de España.

Como recuerdo de aquellas celebraciones paganas en las que el pueblo se expresaba con más libertad y escapaba de sus miserias y esclavitudes, se presenta la recuperación del Aquelarre por parte de los habitantes de Villagarcía de la Torre.